sábado, 6 de marzo de 2010

Trilogia de Mar - La Justicia.


La isla de San Lucas nos transporta hacia un tiempo en que la ola primitiva no huía de la isla. Los habitantes originarios eran verdaderos dueños de la tierra y del mar existente en derredor.
La tribu era una sola pero estaba dividida en diferentes castas. La organización política y comercial era organizada y gentil pero también había leyes que respetar para el bien común de todos.
Uriem era una muchacha amable, trabajadora, inteligente, y, para males de muchas otras mujeres envidiosas, celosas y traicioneras, era la más bella de toda la tribu y pertenecía a una casta superior.
Uriem y Levit estaban enamorados desde niños. Juraron ser esposos apenas Levit sea consagrado Mayor. Para eso los maestros lo llevarían al corazón de la isla y le harían afrontar ciertas pruebas. Después Levit podría casarse con quién quisiera porque esa misma noche después de la prueba debería elegir esposa delante de todo los miembros de la tribu. Era una tradición arrastrada por años. Levit era el primogénito del hijo del Gran Anciano Astón, sabio de la tribu.
Uriem y las demás jóvenes que estuvieran interesadas en Levit deberían ofrendar algo para el joven la noche de su consagración.
Mornak y Miskat eran dos muchachas celosas y envidiosas de Uriem. Pensaron en sacar del medio a Uriem, quien todo el pueblo ya sospechaba que sería la gran elegida para la boda de Levit.
Las dos desquiciadas urdieron un plan y fueron a la tienda del brujo de la tribu para solicitar un hechizo para separar a los dos enamorados.
Sin alegar para quien era el hechizo hicieron confeccionar dos figuras simbolizando una pareja hecha con paja a la cual le adicionaron una cinta rosa y otra celeste para diferenciar los sexos, la pincharon con clavos y la llevaron hasta la tienda de Uriem y la escondieron entre sus ropas mientras todo el pueblo, entre cantos y guirnaldas y bailes, estaba esperando la llegada del privilegiado de ese día, Levit.
De repente, el humo de las antorchas se divisaba hacia lo lejos. Eran los hombres que traían a Levit ya consagrado. Las dos malvadas se sentaron a esperar lo que pasaría cuando el hechizo hiciera efecto.
Uriem llevaba en sus manos la ofrenda que tendría que darle a Levit confeccionada por ella. Levit fue llevado hasta el centro de la rueda de jóvenes sentadas y comenzó a mirar en derredor porque quería mirar a los ojos a Uriem, sólo para hacerle saber con la mirada lo mucho que estaba enamorado de ella.
Uriem también buscó su mirada, pero el muchacho comenzó a mirar a todas de una vez, como si no la pudiera encontrar. Cómo si le indicasen al oído que a esa no la podía mirar. Uriem agachó la vista pero sintió que de su rostro caía sangre porque se manchó las manos y no podía creer lo que le estaba pasando justo en ese momento en que el Amor de los dos iba a ser posible.
Las dos malvadas se reían a sus espaldas. Y luego una multitud comenzó a reir entera. Mientras que otras muchachas se levantaban y se iban del lado de Uriem asombradas por lo que estaba pasando.
Levit quedó muy impresionado y corrió dentro de la jungla. Caminó toda la noche y todo el día siguiente hasta que quedó exhausto muy cerca del mar.
Las dos malvadas, Mornak y Miskat, salieron trás de él, pero recién al amanecer del segundo día lo encontraron, le dieron de beber agua que transportaban desde el bosque en hojas y cuando él estuvo lúcido le hablaron mal de Uriem y le dijeron que eso le pasaba a ella porque seguramente era indigna de ser su esposa.
El médico brujo del pueblo se dio cuenta lo que estas dos malvadas habían hecho, así que decidió devolverles el mal que ellas habían provocado. La ley del pueblo era justa, y si se había producido una injusticia había que pagarlo.
Cuando un joven era consagrado debía elegir esposa rápido para que lo sagrado de él persista en su esposa. Aunque Levit era cinco años mayor que Uriem, él la amaba desde pequeño aunque ya había tenido experiencias con otras muchachas.
Uriem era una joven muy espiritual y eso salvó en gran parte su estigma. El brujo pudo calmar parte de su tormento pero debía encontrar el hechizo que había hecho para las dos harpias para poder fabricar el contrahechizo.
Al ir hacia la choza de Uriem el brujo escuchó voces provenientes de la selva isleña. Eran los tres, Mornak, Miskat y el muchacho, Levit. Miskat se fue con Levit para acompañarlo y Mornak se separó para ir a buscar el hechizo para hacer cosas aún peores con él. Pero ella no sabía que dentro de la tienda estaba el Brujo. El brujo sopló unos polvos a los ojos de
Mornak y ella no pudo ver por un largo rato y le impuso que le dijera donde había escondido el hechizo. El brujo se fue, arrastrando a Mornak a la fuerza. La ató a un árbol y la dejó allí para ir en busca de su cómplice, la imbécil de Miskat, que lo único que quería era separar a los enamorados y ella hacer lo que quisiese con él, para que fuera como un títere a su antojo. Mistkat llevaba en su poder un conjuro para que Levit la obedezca en todo y se casase con ella.
El brujo envió a su águila para que viese desde el cielo dónde estaba la perversa y cuando la halló el águila se avalanzó sobre ella y la atacó picoteándola, perdiendo el conjuro y no concretando así su intención. El brujo encontró al muchacho, lo llevó de un brazo hasta su choza y los curó a ambos y los casó. Su unión vivirá por siempre, su unión será definitiva porque volverán a encontrarse en cada reencarnación, en cada era por toda la Eternidad.
De Mornak y Miskat, nadie supo más de ellas. El brujo las confinó a la soledad y a una prematura vejez.

Estamos en la Era en la que todos debemos obrar el bien y hacer el bien. Estamos en la Era en que todo cambiará para bien y los MALOS deberán PAGAR. Nadie destruye lo que está destinado a SER. Y el que pretenda hacerlo sufrirá los castigos de DIOS. De Uriem se burlaron, Se mofaron de ella, porque eran las tres amigas, pero a la corta o a la larga, la maldad se paga, y se paga con CRECES. Hay un sólo Dios que pone justicia en esta vida. Y LO QUE DIOS DECIDA PASARA. PARA BIEN DE MUCHOS Y PARA MAL DE OTROS. FIN.

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